Veo que por insistencia del productor, el manager intenta abrir la puerta. Ambos atentaban contra el derecho a la privacidad e invadiendo propiedad privada. André, podría ser el manager o dueño de los inmuebles, pero eso no le daba el derecho a propasarse.
- ¿Se puede saber qué está haciendo señor Andrés? – escuchan mi voz. Ambos voltean sorprendidos que alguien estuviera despierto tan tarde.
- ¿Señora Juliana qué hace a estas horas en la calle? – su voz suena nerviosa y esconde el manojo de llaves detrás de su cintura. No me importa tener el rostro enrojecido, era de noche y no se darían cuenta que minutos antes había llorado como Maria Magdalena. Valeria ya no era mi vecina ni mi mejor amiga. Esta misma noche dio el gran salto, ahora era la pareja de mi hijo y desde que la conocí prometí que la protegería y no me importaba los peligros a los que tuviera que enfrentar.
El hombre elegante, buen mozo y de buen porte me mira de pies a cabeza cuando me tienen a menos de un metro.
- ¿Me parece o estaba intentando abrir la puerta a la fuerza? – ambos se miran por unos segundos.
- Verá señora Juliana, el señor Gerard Taylor fue quien compró el departamento para su gran amiga Valeria.
- Pero eso no le da la autoridad para aparecer a altas horas de la noche e intentar ingresar a la fuerza. Vi cuando Valeria les cerró la puerta y ambos están cruzando un límite que es penado por la policía – mi mirada esta clavada en el hombre buen mozo que también me mira como si tratara de recordar dónde me había visto antes.
- Creo que hubo un pequeño error señora y si usted considera que así fue, ruego me disculpe – la voz de André suena fofa, baja los dos escalones cruza por mi lado con una sonrisa forzada aprovechando para guardar las llaves en su bolsillo trasero. Gerard se queda solo en la puerta sin saber qué hacer, pero al verme que extraigo mi celular de mi bolso sigue los pasos de André y se dirige a su auto. Antes de subir me da una última mirada como para no olvidar mi rostro.
Al ver que su auto volteaba en la esquina apresuro el paso y abro la puerta de Valeria con la copia que un día me la dio por si algún día pasaba una emergencia.
Al abrir la puerta escucho que pega un grito. Su llanto se agudiza y logra reconocerme cuando se disponía marcar al 911.
Se levanta del sillón y corre a abrazarme con los ojos llorosos y ambas terminamos en un lloriqueo mutuo. Ella lloraba por la aparecían del padre de su hijo y yo por los diez mil dólares que Leonardo recibió para hacerme infeliz por más de veinticinco años.
Ambas despertamos en el sofá donde nos habíamos quedado dormidas. Valeria tiene el cabello alborotado y difícilmente puedo ver su rostro y yo ni que hablar, mis lágrimas habían humedecido mi pelo que esta pegado a mis mejillas y pestañas.
Después de unos segundos tratando de recuperar el glamour de mujeres nos echamos a reír. La abrazo fuertemente y ella recuesta su cabeza sobre mi pecho.
Otra vez estábamos juntas.
- El regresará – se atreve a hablar -. Todo lo que tengo le sigue perteneciendo, me lo dijo cuando apareció en la puerta con André.
- Te quedas conmigo – trato de animarla -. Mi sala quiere un poco de vida y tus fotos espontáneas le darán ese carisma que necesita.
- Las fotos – aparece un sonrisa en su rostro -. Hace tiempo que había dejado de tomarlas desde que te conocí.
Pasado el media día tenia la mayoría de sus cosas en mi departamento. Ambas olvidamos por unas horas los problemas o las escenas vividas la noche anterior.
- La esposa de Gerard otra vez le dio una mujercita – retoma el tema cuando preparábamos algo de comer en la cocina -. Todo el tiempo estuvo siguiéndome, incluso conversaba con el doctor que me atendía en la clínica, quien le confirmó que yo esperaba un niño.
- Pero eso atentar contra la privacidad de la mujer.
- No cuando la amistad es afianzada con una buena donación para la lucha contra el cáncer. Siempre estuvo pendiente de mí y no debería extrañar si también contactó al manager del Starbucks donde trabajaba – suelta una risa forzada -. Te imaginas Juliana me trataba como si fuera una terrorista a quien se necesita seguir todo el tiempo. Saber dónde compra sus alimentos, qué lugares nocturnos visita, quienes son sus amigos, que bebe a qué dedica la mayor parte de su tiempo.
- Pero me extrañó que me mirara como si recién me conociera.
- Con André sabía que yo estaría bien, pero nunca imaginó que tú aparecerías en mi camino. Pero mi temor es que Esteban pierda su trabajo por mi culpa.
- ¿Por qué dices eso?
- Gerard es el dueño de la compañía donde Esteban trabaja.
Ahora comprendía todo el asunto de ellos, el por qué mi hijo siempre evitó contarme sobre la relación. Nunca quiso decirme el nombre de Gerard y Bruno nunca cumplió su promesa de averiguar quien era el padre del niño que Valeria llevaba en el vientre.
Al poco rato termina de contar toda la historia desde que vivió en la casa de Gerard hasta su llegada a Dallas. Los contactos de ese productor de cine, sus relaciones con muchos políticos y personajes de la cultura de Dallas me dejaron con la boca abierta. Sus tentáculos eran mejores que un pulpo y yo como siempre estaba en la luna en este tipo de pormenores.
Pero si hubo un detalle del cual si me percato, si Gerard estaba bien relacionado Bruno debia conocerlo o saber de él y algo me dice que siempre lo supo y callo para no preocuparme.
- Pero dejemos de hablar de mí, ¿ahora cuéntame cómo te fue? – me pregunta llevándose un pedacito de queso a la boca. Los antojos habían empezado en ella y aquel lácteo era uno de sus preferidos.
- ¿En verdad quieres escucharla? – una sonrisa aparece en su rostro.
- Sabes que me encantaría. Me gusta cuando me cuentas algo, es como si estuvieras contándome una novela, vives la historia, y no soy tonta como para no darme cuenta que cuando apareciste ayer en el departamento tenías los ojos llorosos, no por mí sino por alguien más, y ese alguien tiene nombre: Leonardo.
No espero que me insista y le cuento lo que ocurrió la noche anterior. Evito llorar, mantengo mi semblante, no era momento para mostrar flaquezas y más ahora que ambas pasábamos por unos momentos nada buenos.
Al día siguiente aparece Bruno en el departamento a primera hora. Le tomo del cuello y lo arrincono contra la pared.
- ¿Por qué no me dijiste quien realmente era Gerard? – mis ojos le lanzan ráfagas de odio. Nunca me había visto en ese estado. Traga saliva y con un gesto me dice que hablará.
Retiro mis manos de su cuello y regreso al sofá. Bruno me sigue con la mirada y luego con los pies.
- Quiero la verdad. Nada de medias tintas.
- Esteban me hizo jurarle que nunca te dijera la verdad.
- ¿Cómo?
- Esteban sabía que yo seria la primera persona a quien le contarías el problema de Violeta y a la vez tratarías de averiguar quién era el hombre misterioso. Me arrinconó así como tú lo hiciste, y con sus manos más gruesas casi me ahorca de verdad. En cinco segundos acepté el trato.
- Y no que te gustaba que te maltrate.
- Una cosa es hacerlo previo al sexo y otra cuando de verdad te quiere mandar para el otro lado, pero si soy masoquista tu hijo más me excito. Verle sus ojos, sus gestos…
- Ya entendí, no tienes porque continuar…
- Gerard esta aquí hace dos semanas. No necesitó esperar a que su esposa diera a luz. Ya sabía que el bebé seria niña y su esperanza se centró en Valeria.
- Ósea que también estás metido en todo esto. ¡Por Dios! ¿Acaso es un Vito Corleone?
- Hasta hace unos meses no lo era, pero su desesperación por tener a un heredero le llevo a tomar estas medidas.
- ¿Y esto no le puede traer consecuencias en su matrimonio?
- Su esposa es sólo un títere y hará lo que él ordene y a estas alturas debe de estar al tanto del niño que Valeria tiene en su vientre.
- Y qué es lo que hará entonces, porque Valeria no es un vientre de alquiler. Ella lo quiere tener, pero será suyo no de Gerard.
- Por eso estoy aquí también.
- ¿Qué?
- Gerard fue a verme en la madrugada y quiere llegar a un arreglo económico.
- Esto debe ser una broma. ¿Tú qué trompeta tocas en este concierto?
- Muchas mi reina. Sin querer me vi involucrado en este juego sucio.
- Sabes que te puedo mandar al diablo y cambiar de editor si es que hablo con la editorial.
- Lo sé, pero no lo harás porque ustedes me necesitan como yo a ustedes. Es un viejo favor que le debo a uno de los amigos de Gerard y al saber que soy tu editor me ubicó y ahora estoy aquí para conversar.
- No sigas hablando y vete por favor. Quiero pensar que esta conversación nunca existió.
- Juliana no actúes como una inmadura. No podemos ocultar el sol con un dedo. El problema existe, si lo vemos por el lado bueno, Valeria no esta sola, nos tiene a nosotros.
- No pluralices, que desde este momento tú estás fuera de toda relación de trabajo conmigo.
- ¿Mi reina es que aún no comprendes? Si yo no los ayudo a ambas no sólo Valeria perderá a su niño sino que también tu carrera se irá al carajo.
Levanto la mirada, y veo en cada gesto, en cada palabra que Bruno escupió hace unos segundos que no estaba bromeando. Que la verdadera historia de Valeria recién empezaba a escribirse.